¿Quién es Tonatiuh?
En la mitología mexica, Tonatiuh es el dios del Sol y el regente del Quinto Sol, la era actual, según la cosmovisión azteca. Su existencia representaba la continuidad del universo, pues sin su fuerza el mundo se sumiría en la oscuridad y el caos.

Se creía que Tonatiuh requería sacrificios humanos para mantener su energía y poder recorrer el cielo cada día, garantizando así la vida en la tierra.
Tonatiuh significado
El nombre Tonatiuh proviene del náhuatl tona (“brillar, dar calor”) y el sufijo reverencial -tiuh, que puede traducirse como “el que hace el día”, “el que resplandece” o “el que avanza brillante”.
En la actualidad, Tonatiuh es también un nombre propio masculino en México, conservando el simbolismo solar de la tradición mexica.
Tonatiuh Dios del Sol
Funciones principales
Tonatiuh no era solamente un astro, sino una deidad fundamental en el equilibrio cósmico. Era considerado dador de vida, guerrero divino y protector de la fertilidad.
Atributos y simbolismo
- Aparece con un rostro fiero, con la lengua en forma de cuchillo de obsidiana, símbolo del sacrificio.
- Se le asocia con el disco solar, que brilla detrás de él.
- Representa el oriente, el lugar del nacimiento del Sol.
Relación con otros dioses
Aunque Tonatiuh era el Sol vigente, compartía atributos con Huitzilopochtli, dios de la guerra y el sol, y con Quetzalcóatl, vinculado al ciclo cósmico y al planeta Venus.
La Piedra del Sol y Tonatiuh
Uno de los símbolos más conocidos de Tonatiuh se encuentra en la Piedra del Sol, mal llamada “calendario azteca”. En el centro de este monolito está el rostro del dios, rodeado por glifos que representan los cuatro soles anteriores, los días sagrados y el movimiento cósmico.

Este diseño refleja la idea de que Tonatiuh es el eje del universo, y que el tiempo y la vida dependen de su fuerza.
Culto y rituales a Tonatiuh
El culto a Tonatiuh era uno de los más importantes en Tenochtitlan. Se creía que para que el Sol continuara su recorrido era necesario ofrecerle energía vital a través de:
- Sacrificios humanos, especialmente corazones extraídos en lo alto del Templo Mayor.
- Ofrendas de sangre, tanto de prisioneros como de guerreros voluntarios.
- Ceremonias solares, alineadas con los equinoccios y solsticios.
Los mexicas creían que, sin estos tributos, Tonatiuh dejaría de brillar y el mundo se acabaría.
El legado de Tonatiuh en la actualidad
Aunque los sacrificios humanos desaparecieron con la conquista, Tonatiuh sigue vivo en la cultura mexicana:
- Su rostro en la Piedra del Sol es un emblema nacional y aparece en museos y libros de historia.
- El nombre Tonatiuh se utiliza como nombre propio masculino, evocando la fuerza y la luz.
- Artistas, escritores y movimientos culturales lo han reinterpretado como símbolo de energía, identidad y resistencia indígena.

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La leyenda de la flor de cempasúchil
La leyenda cuenta el amor eterno de Xóchitl y Huitzilin. Tras la muerte del joven guerrero, ella pidió al dios Tonatiuh unirse a él. El dios la transformó en flor de cempasúchil y el espíritu de Huitzilin regresó como un colibrí. Desde entonces, la flor simboliza la vida, la muerte y el amor eterno.
La leyenda del Quinto Sol y Tonatiuh (versión documentada)

Los cuatro soles anteriores
Según el Códice Chimalpopoca (también llamado Leyenda de los Soles), el mundo había pasado por cuatro eras cósmicas antes del tiempo actual:
- Primer Sol (Nahui-Ocelotl / Sol de Jaguar): habitado por gigantes, destruido por jaguares.
- Segundo Sol (Nahui-Ehécatl / Sol de Viento): la humanidad pereció en un gran huracán.
- Tercer Sol (Nahui-Quiahuitl / Sol de Lluvia de Fuego): el mundo terminó en fuego y cenizas.
- Cuarto Sol (Nahui-Atl / Sol de Agua): un diluvio arrasó con la tierra.
Tras la destrucción del cuarto Sol, los dioses se reunieron en Teotihuacán, donde decidieron crear una nueva era.
El sacrificio en Teotihuacán
Las crónicas de Fray Bernardino de Sahagún en la Historia general de las cosas de la Nueva España relatan cómo los dioses encendieron una gran hoguera y buscaron un voluntario para convertirse en el nuevo Sol.
- Tecuciztécatl, dios rico y soberbio, se ofreció primero.
- Nanahuatzin, un dios humilde y enfermo, también aceptó el reto.
Cuando llegó el momento, Tecuciztécatl tuvo miedo de lanzarse al fuego. En cambio, Nanahuatzin, con humildad y valor, se arrojó y emergió transformado en el nuevo Sol.
Avergonzado, Tecuciztécatl se arrojó después, convirtiéndose en la Luna, pero los dioses oscurecieron su brillo para que no compitiera con el Sol.
El nacimiento de Tonatiuh
De esta manera, Nanahuatzin se convirtió en Tonatiuh, el Quinto Sol. Pero su luz permanecía inmóvil.
Las fuentes mencionan que Tonatiuh exigió:
“Con sacrificios he de ser alimentado, para poder andar.”
Entonces los demás dioses, encabezados por Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, se sacrificaron para darle fuerza. Este acto estableció la necesidad del sacrificio humano como parte de la religión mexica.
Significado cultural
El mito del Quinto Sol no solo explicaba el origen del Sol actual, sino también la razón sagrada de los sacrificios humanos en la sociedad mexica:
- Sin sangre y corazones, Tonatiuh no tendría fuerza para recorrer el cielo.
- El universo entero dependía de mantener vivo al Sol.
Por eso, en el centro de la Piedra del Sol aparece el rostro de Tonatiuh con la lengua en forma de cuchillo de obsidiana: símbolo de que su energía debía alimentarse con ofrendas de vida.
La Leyenda de Tonatiuh, el Quinto Sol (Versión Narrativa)
Cuentan los abuelos que hace mucho tiempo, antes de que el mundo fuera como lo conocemos, el cielo ya había tenido cuatro soles. Cada uno iluminó la tierra por un tiempo… hasta que llegó su final.
El primero fue devorado por jaguares, el segundo se apagó en un huracán, el tercero ardió bajo lluvias de fuego, y el cuarto fue tragado por las aguas de un diluvio interminable. Así, la humanidad quedó en tinieblas, esperando un nuevo amanecer.
Los dioses se reunieron en Teotihuacán, “el lugar donde nacen los dioses”. Allí encendieron una hoguera sagrada, cuyas llamas se alzaban al cielo como lenguas de oro y sangre. Era necesario que uno de ellos se arrojara al fuego para convertirse en el nuevo Sol.
Se levantó primero Tecuciztécatl, un dios fuerte y adornado con riquezas. Su orgullo lo hizo decir:
—Yo seré el nuevo sol.
Todos esperaban ver su valentía… pero cuando las brasas lo llamaron, retrocedió, temeroso del ardor que consumiría su cuerpo.
En silencio, un dios humilde y cubierto de llagas se adelantó. Su nombre era Nanahuatzin. Sin dudarlo, cerró los ojos y se lanzó a la hoguera. El fuego lo abrazó, y en un instante su cuerpo brilló como oro fundido. Del cielo apareció un resplandor: había nacido Tonatiuh, el nuevo Sol.
Avergonzado, Tecuciztécatl se lanzó también, pero su luz no pudo compararse. Los dioses lo castigaron apagando su fulgor, y lo enviaron a ser la Luna, pálida y sumisa.
Tonatiuh, radiante en lo alto, habló con voz de trueno:
—No me moveré por el cielo hasta que reciba fuerza.
Los dioses comprendieron entonces que el Sol no podía caminar por sí mismo. Necesitaba alimento, energía vital. Así, uno a uno, los dioses se sacrificaron, derramando su sangre para darle la fuerza de recorrer el firmamento.
Desde ese día, Tonatiuh brilla sobre nosotros, pero con una condición eterna: requiere corazones y sangre humana para mantenerse vivo. Por eso, los mexicas ofrecían sacrificios en lo alto del Templo Mayor, convencidos de que si el Sol dejaba de alimentarse… el mundo caería otra vez en la oscuridad.
Y así, mientras el cielo arde cada amanecer, el rostro de Tonatiuh nos recuerda que la vida está hecha de sacrificios, y que su luz es el precio de la sangre derramada.
Conclusión
Tonatiuh no era solo el dios del Sol, sino el pilar de la cosmovisión mexica. Su luz representaba la vida, pero también la guerra y el sacrificio. Hoy en día, más allá de la religión, sigue siendo un ícono cultural que conecta a México con su herencia ancestral.
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